Si algo quedó en claro tras la cumbre de presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) es que la presencia de tropas norteamericanas en siete bases militares colombianas es un grave riesgo para la región y que sólo cuenta con el aval del presidente de Colombia, Álvaro Uribe.
La cumbre fue escenario de arduos debates que terminaron con un acuerdo que busca preservar la estabilidad de la región y avanzar en una estrategia de confianza mutua. El texto final reafirma que “la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad en la región”.
En el encuentro quedaron evidenciadas las abiertas discrepancias entre el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, promotor de la instalación de las bases, de un lado, y los presidentes Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia) y Rafael Correa (Ecuador), acérrimos críticos del acuerdo, del otro.
Abriendo fuegos, Uribe afirmó que “no hay renuncia colombiana a la soberanía” en el acuerdo militar, el cual “se rige por la integridad territorial de los estados. Dispone que este acuerdo no se puede usar para la intervención de otros estados”.
Luego aprovechó su intervención para llamar la atención a los vecinos sobre su inquietud por la ausencia de condenas a las actividades de las guerrillas y los paramilitares en Colombia. “Nos sigue inquietando que América Latina no condene el terrorismo de estos grupos”, afirmó.
Cuando sus opositores le pidieron que presente el texto del acuerdo militar para desechar los temores, eludió una respuesta. Insistió en cambio en ofrecer garantías de que las bases colombianas no afectarán a la estabilidad de la región y se limitarán a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Su discurso no logró convencer al grueso de los presidentes que participaron en la reunión de Bariloche y tuvo que enfrentar duras críticas de Correa, Chávez, Morales y Cristina Fernández (Argentina). Críticas a las que se sumó el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien manifestó su preocupación por la presencia militar estadounidense en las proximidades de la Amazonía.
Lula incluso pidió a Uribe garantías jurídicas de que el acuerdo no amenaza la estabilidad de la región. “Respetamos el acuerdo, pero queremos resguardarnos”, dijo tras recordar que Suramérica no es el mayor consumidor de drogas.
Hugo Chávez afirmó, por su lado, que “no hay ninguna duda” de que el pacto con Colombia forma parte de la “estrategia militar” de Estados Unidos. Leyendo un documento del “Comando de Movilidad Aérea y Estrategia Global de Bases de Apoyo” de Estados Unidos, señaló que la amenaza para su país proviene de la utilización de la base colombiana de Palanquero y la de Aruba, “que están en las narices” de Venezuela.
Señaló que el acuerdo con Colombia permitirá a aviones de transporte de Estados Unidos alcanzar sin reabastecerse de combustible a la mitad del territorio suramericano.
El contrapunto se prolongó más de cinco horas. Durante el debate, los gobernantes de Chile, Paraguay y hasta el Perú, también dejaron en claro que se necesita transparencia en los asuntos de seguridad, en momentos en que el gasto de defensa regional supera los 50,000 millones de dólares anuales.
Pero Uribe no aceptó la propuesta de Lula, secundada por varios de sus homólogos latinoamericanos, de convocar al estadounidense Barack Obama para que detalle cuál es la estrategia de su país para la región.
Pese a las discrepancias, la mayoría de los mandatarios coincidió en la necesidad de definir una “doctrina común” de defensa para dar salida al tema de Colombia y a casos similares en el futuro.
Lula alterado
La cumbre se desarrolló en un clima de alta tensión, al punto que Lula dio un puñetazo en la mesa para lamentar que la reunión fuera transmitida por televisión, lo que impedía una discusión más fluida, y para exigir que terminaran los enfrentamientos personales, luego que Chávez denunciara que paramilitares colombianos habían intentado asesinarlo. Antes, Lula había sufrido un revés en los debates luego que Uribe se opusiera a una reunión con Obama para tratar el tema de las bases.
“Pienso que es una buena oportunidad de poner las cartas sobre la mesa y decir de qué se trata este acuerdo con Estados Unidos, de qué bases o apoyo estamos hablando, qué presencia es ésa. Y en esto le creeré al presidente Uribe”, dijo el presidente Alan García, quien pidió que el Consejo de Defensa de Unasur se reúna para verificar los acuerdos militares con países de dentro y fuera de la región y revise el “vergonzoso” y millonario presupuesto militar del continente.
La cumbre fue escenario de arduos debates que terminaron con un acuerdo que busca preservar la estabilidad de la región y avanzar en una estrategia de confianza mutua. El texto final reafirma que “la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y en consecuencia la paz y seguridad en la región”.
En el encuentro quedaron evidenciadas las abiertas discrepancias entre el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, promotor de la instalación de las bases, de un lado, y los presidentes Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia) y Rafael Correa (Ecuador), acérrimos críticos del acuerdo, del otro.
Abriendo fuegos, Uribe afirmó que “no hay renuncia colombiana a la soberanía” en el acuerdo militar, el cual “se rige por la integridad territorial de los estados. Dispone que este acuerdo no se puede usar para la intervención de otros estados”.
Luego aprovechó su intervención para llamar la atención a los vecinos sobre su inquietud por la ausencia de condenas a las actividades de las guerrillas y los paramilitares en Colombia. “Nos sigue inquietando que América Latina no condene el terrorismo de estos grupos”, afirmó.
Cuando sus opositores le pidieron que presente el texto del acuerdo militar para desechar los temores, eludió una respuesta. Insistió en cambio en ofrecer garantías de que las bases colombianas no afectarán a la estabilidad de la región y se limitarán a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Su discurso no logró convencer al grueso de los presidentes que participaron en la reunión de Bariloche y tuvo que enfrentar duras críticas de Correa, Chávez, Morales y Cristina Fernández (Argentina). Críticas a las que se sumó el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien manifestó su preocupación por la presencia militar estadounidense en las proximidades de la Amazonía.
Lula incluso pidió a Uribe garantías jurídicas de que el acuerdo no amenaza la estabilidad de la región. “Respetamos el acuerdo, pero queremos resguardarnos”, dijo tras recordar que Suramérica no es el mayor consumidor de drogas.
Hugo Chávez afirmó, por su lado, que “no hay ninguna duda” de que el pacto con Colombia forma parte de la “estrategia militar” de Estados Unidos. Leyendo un documento del “Comando de Movilidad Aérea y Estrategia Global de Bases de Apoyo” de Estados Unidos, señaló que la amenaza para su país proviene de la utilización de la base colombiana de Palanquero y la de Aruba, “que están en las narices” de Venezuela.
Señaló que el acuerdo con Colombia permitirá a aviones de transporte de Estados Unidos alcanzar sin reabastecerse de combustible a la mitad del territorio suramericano.
El contrapunto se prolongó más de cinco horas. Durante el debate, los gobernantes de Chile, Paraguay y hasta el Perú, también dejaron en claro que se necesita transparencia en los asuntos de seguridad, en momentos en que el gasto de defensa regional supera los 50,000 millones de dólares anuales.
Pero Uribe no aceptó la propuesta de Lula, secundada por varios de sus homólogos latinoamericanos, de convocar al estadounidense Barack Obama para que detalle cuál es la estrategia de su país para la región.
Pese a las discrepancias, la mayoría de los mandatarios coincidió en la necesidad de definir una “doctrina común” de defensa para dar salida al tema de Colombia y a casos similares en el futuro.
Lula alterado
La cumbre se desarrolló en un clima de alta tensión, al punto que Lula dio un puñetazo en la mesa para lamentar que la reunión fuera transmitida por televisión, lo que impedía una discusión más fluida, y para exigir que terminaran los enfrentamientos personales, luego que Chávez denunciara que paramilitares colombianos habían intentado asesinarlo. Antes, Lula había sufrido un revés en los debates luego que Uribe se opusiera a una reunión con Obama para tratar el tema de las bases.
“Pienso que es una buena oportunidad de poner las cartas sobre la mesa y decir de qué se trata este acuerdo con Estados Unidos, de qué bases o apoyo estamos hablando, qué presencia es ésa. Y en esto le creeré al presidente Uribe”, dijo el presidente Alan García, quien pidió que el Consejo de Defensa de Unasur se reúna para verificar los acuerdos militares con países de dentro y fuera de la región y revise el “vergonzoso” y millonario presupuesto militar del continente.
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